Darkness … it is you who I write to,
whom drinks the time of my blood;
Shadow of dark hair: I wish you.

Not a gloomy shadow or a mist…, but a desire. Not a past a thousand times told, but a hungry future, incandescent, like an ever alive flame. That candles burns into the nigh, releasing souls from the chains of Olympus. They are not the dammed but the blessing ones. They are the awakens that daily confronts the sleepers ones.

The most absurd thing of the Church of Satan falls into the presumed atheism. LaVey used to write a lot about the ritual chamber but without any belief on divinity the chamber is empty. Into the other hand, the belief in a demon or Satan proceeds from Christianity. In fact, the previous supedites the satanism to the christian beliefs. In one way or another, the satanism looks like a reactionary practice or in the best of the cases a vulgarization of Nietzsche’s philosophy.

El Círculo Oscuro

El erotismo es la crucifixión de la carne, la afirmación de los límites, de la temporalidad y por lo tanto, un padecer, pero también un éxtasis; pulso que conduce a los fluidos por el cuerpo, a la lava ígnea y también a la tinta por el papel. Si hemos de ofrecer alguna imagen a esta actividad, la más propia es la del círculo; una sola y misma vida que se devora a sí misma y por lo tanto, el nombre para referirnos a nuestra comunidad es, precisamente, el “círculo” y su símbolo recae en el cuerpo de la serpiente.

Hay un único laberinto circular o vórtice en el que todo se precipita hacia un “centro” indeterminado, sólo para resurgir de la más diversa manera. Así entonces, el arte, la creación, es también destrucción. Todo lo que hacemos a diario señala a ese núcleo como la acción de una misma vida que se devora a sí misma. Para nosotros, por lo tanto, no hay una apuesta por lo elevado, asilado y solitario de la esquizofrenia humana, sino por el coito profundo en que se reúnen lo alto y lo bajo, lo sagrado y lo profano; en una palabra, por ese núcleo abismal que es fuego siempre vivo. Somos la incandescente flama de un ardor o movimiento circular cuyo arte consiste en “quemar”, en hacer arder. En tanto que un círculo, nuestra vocación por lo oscuro significa un habitar en lo profundo, en las proximidades de lo oculto y que en momento alguno resulta ser algo inferior.

Como un círculo, nuestra respectiva distancia o mejor dicho, “diferencia”, se alza en resguardo de ese fuego central que une a todas las cosas entre sí. Todos y cada uno, somos sendas que conducen al mismo lugar; ese cuyo nombre común es muerte pero que significa una misma Vida. De igual modo, los contenidos que aquí se exponen, resultan diferentes manifestaciones de lo mismo. Cada uno en consecuencia, trata de ensordecer, no de complacer; se muestra como una traza, una senda en torno al abismo incómodo de la presencia hueca, de la des-presencia.